La historia de Comercial Leframa no solo es un testimonio de emprendimiento, sino también un relato de resiliencia y pasión por la tradición culinaria. En el año 1975, Leoncio Aguado y Asunción Hernández, una pareja comprometida, se aventuraron en el mundo de la venta de productos cárnicos provenientes de diversas firmas comerciales. A medida que exploraban este sector, notaron una creciente demanda por embutidos caseros y tradicionales, apreciados por su autenticidad y calidad superior.

Leoncio, arraigado en una familia dedicada a la agricultura, poseía conocimientos profundos adquiridos durante las matanzas anuales en la casa de sus padres y abuelos. De aquellos hogares surgían jamones, chorizos y salchichones de una exquisitez insuperable. La destreza transmitida por generaciones fue la chispa que impulsó a Leoncio a reinventarse y a explorar nuevas oportunidades en el fascinante mundo de los embutidos.

Después de años dedicados a la compraventa y distribución de productos cárnicos, la pareja dio un giro audaz en 1990 al decidir iniciar la producción propia. Así nació una minifábrica de embutidos en la bajera de su hogar, donde los primeros productos artesanales comenzaron a ver la luz. La aceptación fue tan abrumadora que el espacio disponible se volvió insuficiente para hacer frente a la creciente demanda del mercado.

Ante este desafío, en el año 2000, Leoncio y Asunción tomaron una decisión estratégica: establecer una nueva fábrica en el Polígono Industrial Municipal de Tudela (Navarra). Este nuevo capítulo empresarial contó con las infraestructuras necesarias y un aumento significativo en la plantilla para abordar la expansión del negocio sin comprometer la calidad que siempre los caracterizó.

A la empresa se unieron no solo Leoncio y Asunción, sino también sus tres hijos, acompañados por algunos familiares. La combinación de los nombres de los hijos, Leoncio, Francisco y María, dio origen al nombre actual de la empresa: Comercial Leframa. Con el tiempo, la empresa no solo mantuvo sus raíces familiares, sino que también se consolidó como un referente en la producción de embutidos artesanales de alta calidad.

La dedicación y el compromiso de la familia Aguado-Hernández no solo se evidencian en la evolución de su negocio, sino también en la satisfacción de los clientes que valoran la autenticidad y el sabor inigualable de los embutidos de Comercial Leframa. Su legado perdura como un testimonio inspirador de la importancia de preservar las tradiciones culinarias y ofrecer productos que conquisten el paladar con autenticidad, excelencia y pasión.